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Tantas veces a lo largo de mi vida me he preguntado por el sentido de la existencia, el sentido del sufrimiento, de la muerte, del origen, del por qué y del para qué…

Y si miro hacia atrás, observo todo lo aprendido por el camino y sinceramente no cambiaría nada, pues cada persona, cada instante y cada decisión me ha traído hasta aquí y ahora.

Comencemos por hablar del sufrimiento, ¿qué es eso del sufrimiento? ¿podemos hacer algo al respecto?

El sufrimiento es un estado de dolor o malestar profundo causado por la mente, un dolor que viene acompañado de sensaciones, pensamientos, sentimientos…

“El origen del sufrimiento está en el apego”.

Buda.

El sufrimiento viene por el apego a nuestras creencias, por nuestras expectativas no cumplidas, por las memorias dolorosas del pasado que continúan repitiéndose.

El dolor y el sufrimiento no son lo mismo. Digamos que el dolor se produce por una experiencia concreta como por ejemplo golpearse y sangrar. El sufrimiento vendría por tu forma de reaccionar ante ese suceso. Por ejemplo, si empleas un discurso de queja del tipo << siempre estoy igual, me golpeo porque soy una patosa y nunca voy a cambiar, normal que se rían de mi>>.

Tus creencias aquí juegan un gran papel. La mala noticia es que muchas de ellas se programaron en tu infancia y ni siquiera eres consciente de ellas y del malestar que te generan. La buena noticia es que puedes cambiarlas tomando conciencia y responsabilidad.

¿Es el sufrimiento algo malo? Por supuesto que no. Como todo en esta vida, es una oportunidad de cambio. A veces de las experiencias de mayor sufrimiento surge un gran aprendizaje, podemos verlo cada día. ¿Recuerdas alguna experiencia dolorosa de la cual aprendiste algo importante? ¿Cómo te cambió la vida?

El sufrimiento nos ayuda a despertar, a tomar conciencia, a evolucionar en la experiencia…

Vivimos en un mundo en el cual acostumbramos a calificar las cosas de positivo y negativo, bueno y malo, blanco y negro, y al hacerlo sin querer, nos polarizamos e intentamos evitar aquello que consideramos como malo o como negativo. Sufrir no es ni bueno ni malo. El dolor simplemente es algo que ocurre y negar el dolor no va a hacer que desaparezca. Lo que haces con aquello que te ocurre te puede llevar a sufrir o a liberarte, depende de ti.

Negar el dolor no va a hacer que desaparezca.

Buscamos anestesias que nos mantienen distraídas/os hasta que ocurre algo que nos desestabiliza y procuramos evitarlo por todos los medios, pero es inevitable porque no puedes evitar el dolor. Lo que si puedes hacer es aceptarlo y cuando eso ocurre el sufrimiento es innecesario, es opcional.

“Si no hubieras sufrido como has sufrido, no tendrías profundidad como ser humano, ni humildad ni compasión. El sufrimiento es necesario hasta que te das cuenta de que es innecesario”.

Eckhart Tolle

Tus células lo contienen todo. Si te reconoces como parte del todo sabes que el todo habita en ti y por tanto ya no necesitas expulsar nada ni te resistes a nada, porque reconoces tus luces y tus sombras en una existencia perfecta. Observas que donde hay luz, hay sombra porque ¿de qué modo podrías ver la luz sin la oscuridad?

En ti está todo, tanto si lo rechazas como si lo aceptas. Podrás verlo reflejado en otros de mil maneras distintas y si reconoces que eso está en ti, entonces podrás liberarte. Llegarás a un entendimiento más profundo de las circunstancias, de la vida, de las personas, de los procesos…te convertirás en testigo, en observadora.

¿Significa esto que desaparecerá el dolor? Evidentemente no, porque como ya hemos visto el dolor forma parte de la experiencia, es inevitable. Lo que si podrá desaparecer es el sufrimiento cuando te conviertes en testigo.

Sufrimos porque hemos olvidado cosas importantes. Entre ellas, que no somos solo nuestro cuerpo físico ni nuestros pensamientos ni emociones. ¿Entonces qué somos? Somos en esencia  luz, que se experimenta así misma a través de la oscuridad. Somos almas que habitan cuerpos. Al ampliar nuestra visión contemplándonos como seres que habitan cuerpos, desaparece toda identificación, desaparece el apego a la materia, reconociéndonos así en energía en continuo cambio, con apertura a lo nuevo, sin resistencia al tiempo, sin apego a lo que fue y será. Sólo existe este instante, el presente que vives y todo cuanto existe en tu vida lo has creado, aunque haya sido inconscientemente porque en ti está el todo y tú estás en todo.

Te invito a que te pares y observes por unos instantes respondiendo a las siguientes preguntas: ¿cuál es la realidad que proyectas, de la que formas parte?, ¿qué personas hay en tu vida?, ¿cómo te sientes cada día, hoy, ahora?, ¿qué ves cuando te miras en el espejo del mundo?, ¿qué pensamientos te rondan?, ¿te responsabilizas de tus estados o culpas a otros?, ¿qué te hace sufrir o quién?, ¿es realmente el otro el que te daña?, ¿qué pasaría si el otro no estuviera, dejarías de sufrir?

Y ahora sí, me gustaría compartir contigo las 8 claves para dejar de sufrir:

Clave 1. Auto observación

Conviértete en testigo de ti misma/o y de todo cuanto ocurre de forma que puedas desidentificarte de lo que vives. Párate, respira y suelta, porque es solo una película que te cuentas y por tanto puedes cambiar el guion.

Habrá experiencias de dolor inevitables, recuerda que el sufrimiento es una opción, que cumple con una misión y que como toda misión tiene un inicio y un final.

Al aprender a ser testigo, todo se transforma a cada instante.

Clave 2. Responsabilidad

Como seres humanos tenemos la responsabilidad de ir hacia dentro para evolucionar.

Podemos escoger ser víctimas y ponernos mil excusas para no hacerlo, eso no hará que el mundo se pare o que cambien las cosas que no te gustan. Las cosas son como son y seguirán sucediendo.

Recuerda que en ti está todo y puedes co-crear con la realidad, pues cada instante es una nueva oportunidad de cambio. Si no te gusta algo, cambia tu forma de verlo.

“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Albert Einstein

Podemos reaccionar o actuar en conciencia. Ser responsables de nosotras/os mismas/os o ceder el poder a lo externo culpando al mundo, siendo víctimas.

Todo lo que te ocurre tiene que ver contigo.

Clave 3. Actitud

Como ya hemos visto, no puedes controlar lo que te ocurre, pero sí puedes hacer algo diferente con ello. Puedes contemplarlo con otra mirada de apertura a lo nuevo o como un aprendizaje.

Si no te gusta algo puedes cambiar tu forma de verlo y hacer algo al respecto en lugar de quejarte o de reaccionar. Esto implica observarte y tomar responsabilidad.

Clave 4. Vivir el presente

Como seres humanos “somos” seres emocionales y pensantes y casi sin darnos cuenta las emociones dirigen nuestra vida.

Personalmente, me suelo recordar que soy mucho más que aquello con lo que me identifico de forma automática, mucho más que los programas que me hacen reaccionar casi sin darme cuenta, porque si no pongo conciencia en ello, me olvido de disfrutar el presente y entonces las emociones dominan mi vida columpiándome entre el pasado y el futuro, ambos inexistentes.

Vivir en el presente es un entrenamiento continuo, que va transformando por completo el modo en que vives en el mundo.

Puedes hacer meditación, yoga, bailar, pintar, escribir, cocinar, jugar, pasear, reír… Te invito a que pruebes a hacerlo desde la presencia, con plena conciencia. No es cuestión de qué hacer sino de cómo hacerlo. 

Si ansía un futuro glorioso, transforme el presente.

Patanjali

Clave 5. Aceptación

Aceptar es tomar lo que viene, lo que es, lo que ocurre, lo que sientes y lo que no. No es resignarse ni conformarse.

Cuando algo ocurre podemos negarlo, podemos frustrarnos, enfadarnos, luchar…o por el contrario podemos abandonar la lucha y aceptar lo que es, aunque no sea de tu agrado, porque las cosas ocurren te gusten o no y el negarlas no van a hacerlas cambiar.

Hay acontecimientos dolorosos como por ejemplo la muerte de un ser querido. La pérdida produce dolor, pero tú eliges hacer algo con ese dolor, reconocerlo, negarlo, aceptarlo, sufrirlo… Es increíble comprobar cómo ante un mismo acontecimiento como por ejemplo la muerte de un hijo, las personas reaccionan y actúan de modos tan diferentes. ¿A caso unos padres quieren más o menos a sus hijos que los otros? ¿quién puede juzgar o medir eso?

La aceptación comienza por ti.

Es absurdo querer cambiar para contentar a los demás. Siempre habrá alguien a quién no le gustes. Así, en lugar de esforzarte por gustar a otros, puedes emplear esa energía y poner atención en gustarte a ti misma, en aceptar tus luces y tus sombras, en reconocerte e integrar todo cuanto eres en plenitud. Y si quieres cambiar hazlo por ti, porque las personas van y vienen y tú, contigo, estarás el resto de tu vida.

Te propongo el siguiente ejercicio: Cierra los ojos y toma varias respiraciones…pregúntate qué es lo que rechazas y qué aceptas. Puedes escribirlo si te resulta más atractivo. Observa y respíralo…

Clave 6. Gratitud

Esta clave se relaciona con las anteriores porque la gratitud implica presencia, aceptación y actitud. Es un reconocimiento de todo aquello que forma parte de ti y de tu mundo, desde las cosas más grandes a las más pequeñas.

La Gratitud supuso un antes y un después en mi vida.

La gratitud es un sentimiento profundo, transformador y elevado que cuenta con múltiples beneficios.

Estudios científicos demuestran que las emociones tienen una frecuencia vibratoria y también hablan del gran impacto que la gratitud tiene en nuestra vida. Agradecer eleva la frecuencia.

Todo en la vida es energía, nosotros somos energía y también nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y como lo similar atrae a lo similar, se atraen experiencias, situaciones, personas y estados similares.

Hay millones de cosas que puedes agradecer, cosas como levantarte cada mañana y respirar, ver, oír, tocar, hablar, sentir, agradecer la casa en donde vives, el agua caliente o fresquita, la comida que te nutre, el sol que te calienta, las personas con las que compartes tu vida, el cuerpo que habitas, etc…hay tantas cosas que agradecer que sorprende cuando se descubre y lo más curioso es que siempre estuvieron ahí, al menos muchas de ellas y que a cada instante de cada día se generan nuevos motivos, nuevas razones.

Te propongo agradecer cada día al menos 10 cosas. Es un hábito transformador.

Clave 7. Perdón

Perdonar es una especie de viaje de lo conocido a lo desconocido. Un proceso personal al darse la oportunidad y el permiso de dejar el pasado atrás, de cerrar esas heridas con las que cargas, porque cargar con la culpa, la pena, la rabia, el odio, el enfado…no va a hacer que cambie el acontecimiento en sí, no va a cambiar lo que sucedió. Lo que fue ya pasó. No se trata de perdonar al otro, es aceptar lo que ocurrió.

El perdón no es hacia otros, es hacia ti misma/o porque el otro vino a reflejar algo para que despertaras, tal vez algo que tú proyectaste, algo que necesitabas aprender y si amplias tu mirada, el otro solo te hizo de espejo y tú permitiste que te dañara porque le diste el poder, porque te identificaste, porque te enganchaste a ideas o emociones que te debilitaban, porque tenías expectativas que no se cumplieron, porque tal vez proyectaste en el otro tus carencias y en verdad ninguna persona podrá llenar todos tus vacíos.

¿Significa esto que debemos soportar, resignarnos o hacer como si no hubiera pasado nada? No, lo que significa es que gracias a lo ocurrido has aprendido y por tanto eres una persona nueva que ya no va a necesitar repetir ciertas experiencias. Tal vez ahora te quieras o te respetes más y por vibración algunas personas o circunstancias ya no estarán en tu vida, o al menos ya no estarán de la misma forma ni causarán el mismo efecto en ti.

Perdonar no significa que seas débil, tonta o que valgas menos, al contrario, perdonar requiere de fuerza, de valor y de sabiduría.

Nadie tiene el valor de dañarte si no lo permites.

A veces estamos tan identificadas/os con nuestro ego, con nuestro yo alterado que pensamos que somos el centro del universo, el centro de todas las críticas, de las miradas, de los objetivos para otros, Y si en esos instantes decidimos mirar más allá de nuestro yo alterado, podemos ver al otro entendiendo sus heridas y así cambiará también la visión respecto a nosotras/os mismas/os.

Recuerdo ahora el final de un cuento entre un maestro y un discípulo, que dice así:

“Si alguien te da un regalo y no lo aceptas ¿a quién pertenece el regalo?

A lo que el maestro le contesta: Pertenece a quién intentó regalártelo. Y lo mismo ocurre con la envidia, la rabia, los insultos. Cuando no se aceptan siguen perteneciendo a quien los cargaba consigo”.

Tal vez te hayas cruzado con personas que no cesan en su empeño de dañarte. Te invito a que si es así observes objetivamente a quién daña en realidad, porque si tú no te identificas, si no coges su “ofrenda”, esta sigue siendo del otro y por tanto no habrá nada que perdonar y si lo hubiera sería en relación a ti misma, porque de algún modo consciente o inconsciente atrajiste esa situación a tu vida y por tanto asumes tu parte de responsabilidad (no de culpa).

Cuando entiendes que el otro lleva su mochila a cuestas, como tú la tuya y consigues no identificarte, asumes tu parte de responsabilidad y ahí no hay culpa, simplemente aceptación.

¿Qué sucede con aquellas situaciones o acontecimientos traumáticos e inesperados que no entendemos y nos hieren profundamente?

No puedes evitar que ocurran porque cada instante de cada día ocurren millones y millones de cosas que no podemos controlar y por duro o injusto que parezca es así. Podría contarte algunas experiencias personales que he vivido, pero me alargaría demasiado. Si algo he aprendido es a aceptar que por mucho que las negara, no me hacía sentir mejor, tan solo añadía más capas de dolor. Aprendí también a respetar mis ritmos y mi proceso y no obligarme a perdonar porque no funciona así. Aprendí que por mucho que culpara a los demás o a Dios, al universo, a la vida, a la fuente o a mi misma, no cambiaba nada.

Nos guste o no, hay situaciones o experiencias que acontecen y ante ello podemos aceptar, o resistirnos y pasarnos la vida con rencor en nuestro corazón. Es una elección personal.

Clave 8. Conexión con el corazón y alinear el corazón con la mente.

Estudios científicos han demostrado que en el corazón residen más de 40.000 neuronas, además de neurotransmisores, células y proteínas. Su campo electromagnético es el más intenso de todos los órganos del cuerpo, es incluso 5000 veces más potente que el del cerebro.

El corazón tiene memoria y decide. Envía información y mensajes al cerebro y al resto del cuerpo.

Y te cuento todo esto porque continuamente estamos enviando información sin ser conscientes del gran poder interior que tenemos para lograr aquello que nos propongamos en la vida. Si quieres dejar de sufrir es importante que te preguntes cuáles son los mensajes que envías y saber que puedes alinear tu corazón y tu mente para que ambas energías sean coherentes y tu vida fluya como reflejo de ello.

¿Cómo puedes alinear corazón y mente?

A través de emociones y sentimientos elevados y con pensamientos elevados. Es decir, la gratitud, la alegría, la esperanza, el amor… en combinación con una intención, con los pensamientos adecuados en coherencia a esas emociones. Porque de nada sirve que pienses por ejemplo que vas a dejar de sufrir si no hay coherencia con tus emociones y te sientes fracasada, triste o derrotada.

Hace poco me dijeron que la emoción es el motor y lo entendí a un nivel más profundo. Imagina el gran alcance de esto, la transformación tan grande que supone abrir el corazón, conectar con emociones elevadas y enviar mensajes al cerebro que reprogramen nuestra realidad, ¡me parece algo fascinante!

Algo que he experimentado por mí misma es que desde el sufrimiento no se pueden atraer sueños. Sé que esto da para otro artículo (si te interesa puedes dejarlo en los comentarios).

Es difícil por no decir imposible, que emitiendo emociones y pensamientos de baja frecuencia, puedas atraer abundancia, salud, amor, trabajo coherente contigo o cualquier otra cosa que sueñes.

Y la vida es corta para pasarla sufriendo, es demasiado corta para vivirla con miedo, con culpa, con rencor…la vida te está esperando.

Abre tu corazón, conéctalo con tu mente y cambia así tu realidad.

Si te apetece puedes dejar tus comentarios abajo.

Gracias.

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