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¿Alguna vez has sentido tanto apego a algo o con alguien que creyeras que no podías vivir sin ello? Yo sí, se pasa mal pero no es para siempre. Es una elección.

Antes de nada es importante definir el apego. El apego es la vinculación afectiva o emocional que se establece con una idea, un objeto o con una persona que conlleva sufrimiento por el temor a la separación o a la pérdida.

Cabe diferenciar el apego que se desarrolla en un bebé hacia sus padres, para cubrir las necesidades de seguridad, protección, amor y asegurar así su supervivencia, del apego que establecemos como adultos para cubrir los vacíos que sentimos.

El tipo de apego desarrollado en la infancia, condiciona el tipo de relaciones que estableceremos a lo largo de nuestra vida. Influirá en el tipo de respuesta emocional y conductual adoptada.

En la vida, todo cambia constantemente, nada permanece inalterable, pero nuestra tendencia es a creer lo contrario y el apego a esas creencias produce sufrimiento. Para liberarnos del sufrimiento, es necesario aceptar lo que ES y asumir  las pérdidas de objetos, personas y creencias. Porque nada es para siempre aunque intentemos aferrarnos por miedo, por la creencia de que necesitamos a tal persona, animal, experiencia u objeto para sobrevivir. Porque una cosa es hacer uso de las cosas o relacionarnos con otros para cubrir nuestras necesidades como seres humanos  y otra muy distinta cuando focalizamos toda nuestra atención en ello, dotándolo de imprescindible, creyendo que es lo único que puede darnos la felicidad.

¿Entonces el apego es la raíz del sufrimiento? ¿Crees que tu felicidad depende de que se cumplan o no tus anhelos o sueños? ¿Cómo gestionas las pérdidas? ¿Cómo son tus relaciones con los objetos y con las personas? ¿Realmente necesitas a esa persona/situación/cosa para ser feliz?

Podrás ver muchas teorías respecto a si el apego es positivo  y bueno o negativo y malo. Yo no soy muy partidaria de reducirlo todo a si es bueno o malo, es más bien una cuestión de si produce sufrimiento o bienestar. Pienso que  el apego es necesario en la infancia, pero después origina sufrimiento porque aferrarnos a las cosas, animales, ideas o a las personas nos hace infelices.

¿Qué pasa si no consigues eso que tanto deseas? Si estás apegado te hará sufrir y si no lo estás, aceptarás lo que hay sin más.

Sin darnos cuenta cedemos el poder a lo externo pensando que las personas y las cosas nos aportan la felicidad. Y el apego a la creencia de lo que es la felicidad también nos hace sufrir.

¿Qué es la felicidad para ti? Si por ejemplo crees que tu pareja es la fuente de tu felicidad y por lo que sea la relación termina, serás muy infeliz, al menos hasta que no cambies esa creencia. Y esto no significa que no te duela sino que aceptas esa pérdida, porque de este modo no habrá sufrimiento.

Para mí la felicidad viene de dentro, es un estado. No es algo que se pueda alcanzar porque no está fuera. Durante mucho tiempo mi idea de felicidad era una utopía que me alejaba del presente y de disfrutar de las pequeñas cosas, de vivir la paz, porque siempre quería otras cosas, nada era suficiente.

En relación a los objetos

Recuerdo un día hace algunos años, se me rompió el móvil e intenté adaptar la tarjeta a uno nuevo pero se atascó y yo también. Me puse muy nerviosa, como si se me fuera la vida en ello y entonces me di cuenta del apego que tenía hacia el móvil y de cómo algo tan pequeño podía tener el control sobre mí (porque yo se lo cedí claro). Puede parecer algo insignificante, pero a mí me sirvió para tomar consciencia del apego, de cómo tenía repartido mi poder y de las anestesias que buscaba para aliviar ciertos vacíos emocionales. Lo cierto es que aún lo hago, la diferencia entre antes y ahora está en que ahora me descubro de forma más rápida y fácil, permitiéndome así tomar responsabilidad, tomando decisiones conscientemente. Ahora me cuestiono más cosas, observo y me digo a mi misma: Esto no es real Sandra. ¿Realmente necesitas tal cosa para ser feliz? Aún así, es una labor constante porque nos apegamos casi sin darnos cuenta.

En relación al Amor

Cuando comencé mi andadura en el autoconocimiento y leía sobre el amor incondicional y el desapego, me preguntaba sobre la veracidad o no de dichas afirmaciones que apostaban por el desapego de todas las personas y de todas las cosas. Me parecía muy falso lo que veía hacer en nombre del amor o desde el desapego porque sentía separación, incoherencia entre la teoría y la práctica. Más tarde aprendí que solemos hablar o escribir de aquellas cosas que personalmente necesitamos y al hacerlo nos lo decimos a nosotr@s mism@s. Entonces dejé de idealizar a ciertas personas para pasar a verlas como seres humanos errantes, que van aprendiendo por el camino, como todos.

Hoy entiendo que el AMOR ES y que andamos con él y hacia él cada día durante el resto de nuestras vidas.

Nos apegamos a cosas y a personas porque nos sentimos separados de Dios, de la fuente, del amor, separad@s de nuestra esencia más pura, de nuestro ser superior, de la divinidad que hay en cada ser. Separados entre nosotros y de todo cuanto existe.

Una vez, en un curso basado en las enseñanzas védicas, provenientes de las más antiguas escrituras de la India, escuché algo que me caló profundo y me hizo cuestionarme la naturaleza del apego. Allí se hablaba de que la naturaleza del corazón es apegarse y del apego a Dios. Entonces me pregunté: ¿El apego a Dios puede liberar del sufrimiento por el apego sentido hacia otras cosas u otras personas? Porque todas las cosas o todas las personas pueden desaparecer pero Dios, la fuente, la energía suprema, la esencia que hay en todo y en todos, la luz que nos habita, no desaparece. Por tanto este apego no produce sufrimiento porque no desaparece, no es igual al otro.

Entonces mi siguiente pregunta fue: ¿La felicidad consiste en vivir desapegado de todas las personas y de todas las cosas? Porque ¿a caso no tenemos un cuerpo físico que necesita nutrirse de alimento, de contacto con los demás…?

Y la respuesta me resultó peligrosa porque es fácil caer en la teoría de no necesitar a nada ni a nadie. Aún no conozco a nadie que lo haya logrado. Aunque sí a personas que viven como si así fuera. Todas las personas tenemos necesidades más primarias como comer, dormir, de protección, de seguridad… y otras necesidades también necesarias aunque no seamos conscientes o les restemos importancia, como las relaciones o la autorrealización, la conexión espiritual… El kit de la cuestión está en cómo vivimos esas necesidades, cuánto poder les damos, si dejamos o no que dominen nuestra vida, nuestro estado emocional y/o mental, si manejan nuestra conducta, las decisiones que tomamos en pos de nuestro bienestar o nuestro perjuicio, en función de lo que creemos o no necesitar.

A veces no somos conscientes del valor que algo o alguien nos aporta hasta que lo perdemos. Y esto forma parte del aprendizaje de estar vivos. Es un despertar continuo.

En relación a papá y mamá

Recuerdo cuando estudié en la carrera los tipos de apego que de bebés se desarrolla hacia los padres o personas encargadas del cuidado del niño. Bowlby hablaba de 4 tipos de apego: Seguro, Ansioso y ambivalente, Evitativo y Desorganizado. En función del estilo de apego en la infancia y a la interacción en la relación, el niño adquirirá un aprendizaje interiorizando las respuestas y comportamiento que trasladará a su vida adulta. De este modo, podemos observar en nuestras relaciones como adultos, la influencia del tipo de apego infantil. Tanto es así, que en función de cómo hayas vivido ese vínculo, así serán tus relaciones. Si por ejemplo sentías que tu figura de apego no estaba disponible cuando la necesitabas (apego evitativo) eso se tradujo en inseguridad y puede que como adulta evites intimar mucho porque pones una barrera para evitar sufrir. Otro ejemplo en el caso del apego ansioso: de niña sentías  inseguridad, a veces tenías a mamá o papá y otras no, lo que ocasionó en ti sentimiento de ansiedad y de angustia por la separación. Esto te lleva de adulta a relaciones de dependencia emocional y sensación de que el otro no te da suficiente.

Independientemente del tipo de apego en tu infancia, tú como adult@ puedes elegir tomar lo que tus cuidadores te dieron y sanar la relación desde la raíz. No se trata de culpar a los padres. Si observas bien tus relaciones, puede que te des cuenta de los vacíos que intentas cubrir, de los huecos de tu infancia que quieres rellenar con otras personas que jamás podrán completarte.

Otra cuestión importante en relación a los padres es hacer consciente que tras nacer dependemos de mamá y papá para sobrevivir, o en su ausencia de cuidadores que cumplan el rol de alimentarnos, protegernos, proporcionarnos cariño… y por tanto de niños, tiene sentido el apego pero ya de adultos, llega un momento en la vida en el que  el apego ya no es necesario sino más bien contraproducente y dañino porque inconscientemente seguimos creyendo que los necesitamos para sobrevivir y dependemos tanto de sus opiniones, de su reconocimiento, de su atención…que sin darnos cuenta sufrimos por algo que tiene remedio. ¿Cómo? Tomando lo que los padres nos dieron, aceptando y sintiendo gratitud.

El apego no es amor. El amor hacia los padres implica aceptación de cómo son y lo que nos dieron.

Ellos nos dieron la vida y simplemente por eso les debemos Gratitud. Hicieron lo que pudieron en función a sus experiencias de vida, a las mochilas que cargaban de generaciones atrás, a sus circunstancias…

Por mucho que les culpes no va a hacer que tu vida cambie a mejor.

La ilusión de separación que creemos tener con la parte divina que hay en nosotros, nos hace sentir vacíos y que queramos que los padres físicos cubran nuestros vacíos porque lo más parecido o semejante al amor, a la fuente, son los padres al principio de la vida; de adultos para muchos, la pareja.

El apego a mamá y/o papá puede hacerte muy infeliz. Ellos tienen sus propias historias independientemente de ti. Puede que en otro plano vuestra alma escogiera ese encuentro en la tierra y por dura que parezca la experiencia, es un aprendizaje para la evolución de tu alma.

En la relación de pareja

¿Cómo fue tu experiencia con los primeros amores? Yo creía que no podría vivir sin ellos, porque por supuesto eran los responsables de mi felicidad. Creo que Disney tuvo mucho que ver, jajaja. Esperaba que me dieran aquello que yo misma no me proporcionaba. ¡Cuánta responsabilidad para el otro! ¿No crees? Pero lo cierto es que llega un momento en el que te das cuenta de que existías antes de que el otro apareciera y que aunque desaparezca tú seguirás existiendo. Porque tú vida no acaba, es tan sólo una etapa que se cierra para dar comienzo a otra.

¡Cuántas enseñanzas escondidas en las relaciones! Me parece fascinante.

Nos escondemos en cosas y en personas porque no nos atrevemos a VIVIR, a brillar, a soñar despiertos, porque nos falta fe, porque permanecemos con la ilusión de separación.

Sobre las relaciones de pareja me pasaría horas escribiendo pero he decidido dejarlo aquí para no alargarme mucho en este post. Si te interesa el tema de las relaciones de pareja puedes dejarlo en los comentarios.

En relación a los sueños

Por un momento cierra los ojos y piensa en algo que quieres, algo que desees profundamente y a continuación observa cómo te hace sentir eso que tanto anhelas y no se da. ¿Qué pensamientos vienen a ti? ¿Qué sentimientos afloran en ti? Puedes escribirlo si lo prefieres.

Acto seguido fíjate bien en si eso que tanto quieres y no tienes te produce sufrimiento. ¿Eres capaz de renunciar a ello? ¿Qué pasaría si no se diera? Si te hace sufrir el hecho de no tenerlo es porque estás apegad@ a ello, al resultado y de ser así, te estás perdiendo el disfrutar del proceso o puede que te estés perdiendo muchas cosas que hay en tu vida. Vibrarás en el miedo a que no se dé o en la tristeza o la rabia porque no llega. Pero… ¿y la confianza, y la fe?

La vida sucede. Hay experiencias que viviremos y otras que no y aceptar eso es muy liberador. Pero también te digo algo, si realmente sientes en tu corazón que algo está para ti confía y no dejes que nada ni nadie te haga creer lo contrario. Tu actitud es muy importante y por supuesto soltar el control, porque no puedes controlar lo que te ocurre pero sí la forma en cómo lo ves y lo que haces al respecto.

Desapegarse no es negar algo o resignarse, es mirarlo sin que te haga sufrir, es aceptar lo que es, es ir más allá comprendiendo que nuestra alma escogió vivir ciertas experiencias con un propósito y que todo tiene sus tiempos.

Cuando consigues ir más allá de lo aparente y amplias tu mirada, aunque parezca que todo sigue igual, que nada ha cambiado, en verdad todo ha cambiado porque tu visión es distinta y también tu realidad.

El apego duele porque no es amor. Todos necesitamos relacionarnos. El modo en cómo lo hacemos es otra cosa. El problema viene cuando determinadas relaciones o circunstancias se convierten en una necesidad imperiosa que en su ausencia nos genera ansiedad y sufrimiento. Esa necesidad nada tiene que ver con el amor. Pero en ello andamos, aprendiendo cada día.

La desconexión que sentimos nos lleva a apegarnos a las cosas y a las personas en las que depositamos nuestro foco. ¿Qué pasaría si desaparecieran? Piénsalo por un instante….

Tú seguirías existiendo porque no necesitas todo eso aunque creas que sí. Es el apego a esa creencia lo que te hace sufrir. Puedes compartir y relacionarte con las personas, animales y usar las cosas que hay en tu vida agradeciéndolas y disfrutando por todo ello sin apegarte.

Mi propuesta…

1-Observa aquello a lo que estás apegado y acepta que existe porque si lo rechazas crecerá el apego y también el sufrimiento.

2-Echa la vista atrás, mira hacia tus raíces para comprender el origen de tu apego.

3-Libérate un poco más cada día de aquello que te esclaviza pasando a la acción, dando pequeños pasos, tomando decisiones…

4-Por encima de todo conecta más contigo, para despertar así al amor, a la luz que habita en ti. De este modo cada vez con más rapidez o facilidad te darás cuenta de aquellas cosas o personas a las que estás apegad@ y que te hacen sufrir.

5-Sé paciente y compasiv@ contigo. Los apegos pueden cambiar porque ni siquiera ellos son para siempre. Sólo que a veces el soltar es un proceso.

6-Recuerda que tienes un cuerpo físico que necesita nutrirse haciendo uso de los sentidos de que dispone pero que no te esclavice porque tienes otros cuerpos (mental, emocional, espiritual…) que nutrir y cada uno requiere de un “alimento distinto”.

7-Todo lo que necesitas está dentro de ti. Todo lo que ves es un reflejo de lo que hay en ti.

«Sólo se volverá clara tu visión cuando puedas mirar en tu propio corazón. Porque quién mira hacia afuera sueña, y quién mira hacia adentro despierta».

Carl Gustav Jung

Y digo yo…si lo de fuera es un reflejo de lo que hay dentro… ¿porqué no soñar despiertos y así cumplir nuestros sueños?

¿Y tú, sueñas despiert@?

Me encantaría leerte. Muchas gracias por leerme.

Sandra Zubillaga.

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