Desde temprana edad, sentía un profundo vacío en mi interior, una sensación de no encontrarle sentido a la vida ni a mí misma. Busqué respuestas en los libros, en los cursos y traté de llenar ese vacío con relaciones de pareja, pero solo encontré dolor y desamor. Me perdí en el proceso de aferrarme a otros, proyectando mis carencias y sufriendo las consecuencias de perderme a mí misma en el camino.

He pasado por numerosas terapias, he leído incontables libros y he buscado el amor en relaciones, pero todo resultaba insuficiente. Me rendí varias veces, pero de cada rendición resurgí más fuerte, renaciendo como el ave fénix de las cenizas. 

Mis frustraciones se convirtieron en la semilla de mi crecimiento y mi propósito de vida.

Hoy, guío a otras mujeres a través de sus propios laberintos, ofreciendo el apoyo que anhelé en mis momentos más oscuros. Entiendo el dolor de perder el rumbo, de sentirse desvalorizada en relaciones y de enfrentar pérdidas devastadoras. Cada experiencia dolorosa me hizo más consciente de mi propia luz.

He caminado por los mismos senderos que recorres ahora: relaciones vacías, trabajos insatisfactorios, duelos inacabados y una búsqueda constante de propósito. Pero hoy, desde un lugar de renovada energía y paz interior, quiero compartir mi viaje contigo.

He aprendido que la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, que el sufrimiento es opcional y que todo tiene su tiempo por más que nos empeñemos en forzar las cosas. 

La vida es un viaje hacia nuestro interior, una exploración de nuestras raíces y una conexión con la energía vital que nos rodea.