En estas fechas tan señaladas del Día de Todos los Santos para el Catolicismo, Halloween en Estados Unidos, o el Día de los Muertos en México, dicen que el velo entre los mundos cae, conectando a los vivos con los muertos.
Nunca me he considerado religiosa porque en mi opinión, las religiones hoy día difieren mucho de lo que fueron en sus orígenes. Cuando el hombre interfiere para ejercer el poder, se genera la división y ahí no hay amor, solo ego. Nunca me ha gustado la división y separación que se crea al hablar sobre las religiones, y sucede porque las personas se identifican con creencias distintas.
Una creencia es una idea o juicio aprendido con el que te identificas porque te resulta conocido. Muchas de las creencias que tienes se configuraron en tu infancia y determinan el modo en que ves y vives la vida.
Los seres humanos somos mucho más que creencias. El Ser no entiende de creencias, ni de divisiones porque es amor y el amor es unión.
El cuestionarse las creencias es una oportunidad de volver a la unión con el ser porque de algún modo se quita el velo, al igual que ocurre en los actos con motivo de las festividades de estas fechas.
Cuando hay un gran número de personas enfocando su energía (en forma de pensamientos, emociones, sentimientos, acciones) hacia algo (por ejemplo, el recuerdo de los seres queridos que murieron), se genera una potente concentración energética que puede afectar al resto de personas, independientemente de su participación o no en dichas acciones.
Y bien, las pérdidas, son algo que vivimos a lo largo de toda nuestra vida, forman parte de la naturaleza y negarlas o resistirnos a ellas genera sufrimiento.
“Morir es algo que los seres humanos hacemos continuamente, no solo al final de nuestra vida física en esta tierra”,
Elisabeth Kübler Ross.
A lo largo de nuestra vida, experimentamos pérdidas continuamente, no sólo con la muerte de seres queridos, sino también al despedirnos de situaciones, o etapas vitales, de trabajos, tras la ruptura con una pareja, al decir adiós a lugares especiales para nosotros…
Si bien la pérdida se puede presentar de multitud de formas, en este post, quiero centrar la atención en la pérdida de un ser querido que murió o que se alejó, pueda ser un familiar, amigo, bebé no nacido o un animal.
Como comenté en un artículo anterior, sufrimos entre otras cosas porque nos sentimos separados.
Cuando muere un ser querido, hay que pasar el dolor, el duelo. El problema viene cuando el dolor se vuelve cada vez más intenso y se convierte en sufrimiento porque te resistes a aceptar y a dejar ir.
Su muerte, deja un vacío que se intenta llenar a toda costa y sin darnos cuenta a veces negamos el dolor, o no damos un espacio para sentir y/o darle un lugar al que se fue.
El apego a las personas, a las creencias y a las cosas, nos hace sufrir, aunque de esto ya hablé en este post anterior, que te invito a leer si te apetece profundizar sobre el tema. El apego se relaciona bastante con la forma en cómo gestionas las pérdidas que vives.
Puede que depositaras tu foco en alguien que se fue o en un bebé que no llegó, o todo tu amor en un animal que te dejó o incluso en una idea, proyecto o sueño que no se materializó. Y lo que ocurre cuando depositamos gran parte de nuestra energía en algo o en alguien, es que cuando ya no está o cuando no llega, sentimos un gran vacío y por consiguiente un sufrimiento indescriptible.
Volcamos nuestras carencias en personas, animales, cosas, ideas…y cuando desaparecen corremos el riesgo de perdernos porque de repente nos encontramos “solos” ante el desconcierto.
En un sentido profundo, lo que te puede ayudar a encontrarte es el tomar conciencia de que el vacío ya estaba antes y lo intestaste suplir apegándote a lo externo, ya sea a una persona, a una cosa, una meta…
¿Cómo superar la pérdida de un ser querido?
En primer lugar, Respétate. Respeta tu proceso porque no hay una forma ideal de vivir un duelo. Necesitarás espacio y tiempo. Puede que tengas momentos de querer estar en soledad para conectar y Reconocer tus emociones y sentimientos, otros momentos en los que prefieras estar rodeada/o de otras personas. El dolor tiene muchas caras y el duelo sus fases. Así que sea lo que sea que vivas, normalízalo, no te resistas a sentir y sobre todo no te juzgues ni te culpes.
Si sientes que te supera, puedes iniciar un acompañamiento terapéutico que te ayude a gestionar lo que sientes.
Con la Aceptación de lo que es, de lo que hay dentro y fuera de ti y de lo que ha sucedido. Parece algo sencillo pero lo cierto es que aceptar profundamente requiere una atención amorosa. Solemos resistirnos al dolor y ante la pérdida de un ser querido, pueden quedarse heridas abiertas, palabras escondidas, sentimientos no reconocidos, etc…
En todas las culturas, se hace uso de rituales o actos para “decir adiós”, si bien, muchos de esos rituales se han perdido, es importante tomar un espacio para reconocer lo vivido. Decir adiós a alguien no significa que lo olvides, es decir adiós a una etapa para dar la bienvenida a otra nueva y así poder abrirte al cambio. Porque todo lo vivido queda en la memoria y eso nunca desaparece por mucho que pase el tiempo.
Decir adiós a alguien no significa que lo olvides, es decir adiós a una etapa para darle la bienvenida a otra nueva y así poder abrirte al cambio.
A veces, aunque tomemos este espacio para decir adiós, puede que quede en el inconsciente algo pendiente que produce sufrimiento, algo que necesita ser reconocido, expresado o liberado, para ser sanado. No importa si la pérdida fue hace años o es más reciente, ni siquiera importa lo que otros puedan creer al respecto de la situación. Lo que verdaderamente importa es cómo lo vives tú, cómo lo gestionas o qué haces al respecto. Porque el duelo es algo activo que se mueve, que oscila continuamente. Habrá momentos que te sentirás triste, otros, rabiosa, o enfadada, agradecida o en paz. Y dado que el duelo es activo, requiere que hagas algo con todo lo que está ocurriendo en ti, que le des un lugar, porque si no lo haces, se quedará una huella dolorosa impresa en tus células, en tu psique y tarde o temprano saldrá.
¿Cómo llevas las pérdidas?
Si te fueras mañana de este mundo ¿cómo te gustaría que te recordaran?
Te realizo esta pregunta para que tomes conciencia de que, si un ser querido partió, querría que fueras feliz. E incluso aunque pienses que no es así, la forma de Honrar a tus seres queridos es vivir tu vida en paz y siendo feliz.
Además de aceptar y honrar, algo que puede ayudarte mucho es la Gratitud. Agradecer lo vivido y el aprendizaje tras la experiencia. Sé que no es fácil sentir gratitud en ciertos momentos durante el proceso de duelo, pero la gratitud te abre la puerta a otra realidad. No tiene nada que ver vivir la experiencia desde la queja, a cuando se vive desde la gratitud. Agradecer te abre la puerta al amor y aunque la pérdida duela, hay un reconocimiento de lo vivido y hacia el ser que ya no está en este plano físico.
Agradecer te abre la puerta al amor.
Si has perdido a un ser querido puedes preguntarte si hay algo que ha quedado pendiente. Puede ser una palabra, un sentimiento (sea el que sea), un pensamiento, o un gesto… Para ello, te invito a cerrar los ojos y tomar varias respiraciones profundas que te ayuden a conectar con tu interior. Date el permiso de tomar este tiempo. Desde ahí, puedes llevar las manos a tu corazón y realizarte las siguientes preguntas: ¿Ha quedado algo pendiente? ¿Qué necesito expresar o liberar? ¿Qué puedo hacer para despedirme y quedarme en paz?
Recuerda que dentro de ti están todas las respuestas. A veces solo necesitamos dar escucha a esa voz interior que acallamos con el ruido externo.
Puede que las respuestas no lleguen inmediatas, pero lo importante es que ya has puesto a tu inconsciente en marcha y si permaneces atenta/o, estoy segura de que te llegará todo lo que necesitas, porque todo ello ya está en ti ahora, aunque aún no puedas verlo.
Si te interesa el tema del duelo, te invito a leer a Elisabeth Kübler Ross, a mí me ayudó a comprender la muerte y las pérdidas desde otro ángulo más amplio y amoroso, alejado del sufrimiento.
“Aprende a ponerte en contacto con el silencio dentro de ti mismo, y saber que todo en la vida tiene un propósito. No hay errores ni coincidencias, todos los eventos son bendiciones que se nos dan para aprender”,
Elisabeth Kübler Ross.
Las palabras clave:
Reconocer/Respetar…
…. nuestras raíces, lo que sentimos, lo que pensamos, lo que somos.
Aceptar/Agradecer…
… nuestros orígenes, lo vivido, lo que fue y lo que es.
Honrar…
… a nuestros antepasados con nuestra vida.
Al escribir estas palabras juntas y destacar las iniciales, me he percatado de que «HAR» se traduce del sánscrito como “Creatividad infinita, una forma de Dios” y me parece mágico darme cuenta de esto justo ahora. Pues es a través del Ser y de la divinidad, cómo podemos entregar lo que sentimos cuando una pérdida nos supera, y pedir ayuda a nuestro ser superior para dejarnos guiar por el camino.
Suelta y confía en que todo es como debe ser a cada instante.
Espero que te haya servido.
Me encantará leerte en los comentarios.
Gracias.